Recuerdo que mi padre solía decir con frecuencia “cada cabeza es un mundo” cuando se refería a las diferentes maneras de pensar y actuar entre las personas. Por esta razón, la comunicación es parte básica de las relaciones humanas. No se puede establecer ninguna relación importante y duradera sin que exista una comunicación fluida en la que se intercambien ideas y opiniones. La diversidad de percepciones nos abre la puerta a las relaciones saludables a través de la comunicación, pero al mismo tiempo crea la posibilidad de conflicto. Así que, es importante que todos en general, pero esencial para los líderes, que aprendamos a disentir sin ofender.

Todos tenemos diferentes opiniones y maneras de ver la realidad e incluso cambiamos de opinión con el tiempo y las circunstancias. Una opinión es una afirmación o aseveración con temor a equivocarse. Es decir, nuestras opiniones reflejan lo que pensamos es correcto, pero esto no significa necesariamente que lo sea. Por esta razón, el intercambio de ideas es necesario para que podamos entender mejor las cosas. 1 Corintios 8:2 dice que “el que cree que sabe algo, todavía no sabe como debiera saber”. Así que, es muy importante que estemos abiertos a las opiniones de los demás porque aunque sean diferentes a las nuestras, nos ayudan a comprender mejor la realidad y a ampliar nuestros horizontes.

Obviamente, también existen verdades absolutas que no dependen de la opinión o percepción de los demás. En ciertas doctrinas, por ejemplo, podemos tener la certeza o confianza plena que la realidad corresponde a lo que creemos o afirmamos. Como cristianos, nuestra fundamento básico de fe y conducta se basa en las Escrituras y creemos que lo que Dios ha revelado no está necesariamente abierto a discusión. Sin embargo, aún en estos casos debemos siempre hablar la verdad en amor como lo afirma Efesios 4:15. Jesús estableció que el amor es la característica esencial de sus discípulos (Juan 13:35). Tristemente muchos líderes cristianos son conocidos por afirmar lo correcto, pero también por su falta de amor y compasión por los demás. En realidad, no debería existir la tensión entre la verdad y el amor sino que deberían estar íntimamente ligados. Al interactuar con los demás debemos tener siempre presente que nuestro llamado divino es amarlos aunque no estemos de acuerdo en todo.

De hecho, en ocasiones nuestra falta de amor y compasión puede ser la barrera que impide que lleguemos a un acuerdo con algunos que quizá inconscientemente están clamando “no me importa lo que digas hasta que no sepa que te importo”. Debemos respetar a los demás y animarlos a que expresen libremente sus opiniones. Por lo tanto, escuchar es esencial y quizá aún más importante que hablar. Es posible que muchos de nuestros problemas y malos entendidos se centran más en no saber escuchar. Cuando uno siente que la otra persona está realmente escuchando lo que se dice, es más fácil llegar a acuerdos. Por esta razón, la comunicación no verbal es tan importante como lo que expresamos verbalmente. Nuestra postura, ademanes, contacto visual y tono de voz hablan tan fuerte como nuestras palabras. Necesitamos recordar y enfatizar que estar en desacuerdo en algunas ideas u opiniones no significa estar en contra de la otra persona.

Disentir forma parte de la vida. No existen dos personas que siempre piensen de la misma manera. Estas diferencias en lugar de ser solamente obstáculos representan oportunidades para crecer y paradójicamente unirnos más. Cuando intercambiar nuestras opiniones en un ambiente seguro y de confianza fortalecemos nuestras relaciones. Por lo tanto, lo más importante es empezar una discusión o intercambio de ideas con los puntos en los que se está de acuerdo. Una vez que se ha establecido lugares de concordia, es más fácil empezar a abordar las áreas en las que se está en desacuerdo y buscar una solución conjunta. Es normal disentir, pero lo que nunca es aceptable es ofender.

NOTE: This article was also published at LifeWay’s Liderazgo Transformador.